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Sábato se encuentra en mi lista de escritores latinoamericanos favoritos porque su narrativa permite entretejer en mi mente, la mente de cada uno de sus personajes. Desde la primera vez que leí «Sobre héroes y tumbas» Martín, su personaje principal, se convertía en un reflejo de mi propia personalidad, en aquel entonces. Ahora me encuentro sumergida en «El túnel» y fascinada con Juan Pablo Castel, un pintor que relatará el crimen cometido hacia María Iribarne.
Así como en «Sobre héroes y tumbas», en esta obra, Sábato nos cuenta el punto climático, quizá el desenlace de su historia desde la hoja uno, sin embargo, al momento de introducirnos en la mente de Castel, encontramos incontables clímax psicológicos que se van presentando a lo largo de la obra y por las cuales hemos de viajar para descubrir la razón del homicidio ¿de qué soledad estará hablándonos Sábato a través de Juan Pablo Castel?.
Quiero aclarar que no he terminado de leerla, me encuentro justo a la mitad de ella. Es una novela corta, intradiegética, contextualizada en Buenos Aires, con actantes perfectamente estructurados en lo psicológico. Me resulta extraño que en dos obras que he leído de Sábado, la presencia de los ciegos tiene tanta preponderancia y perturbación; menciona «El túnel»: «debo confesar que los ciegos no me gustan nada y que siento delante de ellos una impresión semejante a la que me producen ciertos animales, fríos, húmedos y silenciosos, como las víboras»
Algo por demás fantástico que hasta el momento me he encontrado en el libro, es la forma como Juan Pablo Castel describe a los críticos de arte, lo reproduzco a continuación: «Es una plaga que nunca pude entender. Si yo fuera un gran cirujano y un señor que jamás ha maneja un bisturí, ni es médico ni ha entablillado la pata de un gato, viniera a explicarme los errores de mi operación ¿qué se pensaría? lo mismo pasa con la pintura. Lo singular es que la gente no advierte que es lo mismo y aunque se ría de las pretensiones del crítico de cirugía, escucha con increíble respeto a esos charlatanes»
Como éstas, tengo marcadas en menos de la mitad que he leído, ideas de identificación con Castel, como en su momento las tuve con Martín, como las tengo con Sábato siempre.
Dejo pues mi nota pública sobre lo leído hasta ahora y he de regresar con mi apreciación final de éste tunel. Mientras tanto, dejo ésta gráfica muy certera de como pudo haber sido la ventana con la mujer en la playa, del cuadro de Castel que cautivó la mirada de María Iribarne y que es el punto de unión entre ambos personajes al inicio de la obra.